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martes, 24 de febrero de 2009

Como todos los dìas, recordè mi rutina. Camine por el parque, escuchè el ruido de las hojas que se cayeron por culpa de una sola persona. Una persona, que tiene nombre propio, llamado Otoño. Escuchè los felices que eran los pajaros, volando y cantando. Me recordaron que se puede ser feliz, me dieron la iniciativa a hacerlo. Fui feliz, y lo disfrute, gocè cada momento. Cuando me di cuenta que, hasta tenia el poder en mis manos de irradiar tanta felicidad, lleguè a un callejòn sin salida. Se llamaba Pèrdida, y ahi pude tener el permiso de ser yo, quien escuchara las voces. Todas decìan, que se les habìa perdido algo. Era solo yo quien podia ayudar. Entonces, aprendì a escuchar a las personas. Y aprendì, mas que nada a valorar las cosas, lo que uno tiene. Ya que, esas personas, habìan perdido su felicidad.

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Every day it is like an open door

Every night is a
fantasy